Svitlana Zalizetska es una periodista ucraniana de Melitópol, región de Zaporiyia, que lleva más de dos años escribiendo sobre cómo es la vida en su ciudad bajo la ocupación rusa. Incluso ahora que vive en la zona de Ucrania no ocupada por las fuerzas rusas, está sometida a presiones constantes de los agresores rusos, que siguen amenazándola a ella, a su familia y a sus compañeros de trabajo. A pesar de ello, Svitlana sigue compartiendo historias sobre cómo es vivir bajo la ocupación rusa. Para ella, dejar de hacerlo significaría traicionar a sus compañeros de profesión, así que sigue realizando su labor por ellos. Hemos conversado con ella sobre su trabajo durante la ocupación, sobre el terror que siembran las fuerzas de ocupación y sobre las dificultades a las que se enfrentan actualmente los periodistas de los territorios ocupados.
Durante los dos años de ocupación, los invasores rusos han destruido o «rusificado» todos los medios de comunicación ucranianos que operaban en las regiones temporalmente ocupadas de Ucrania, lo que ha afectado a un mínimo de 300 redacciones en las regiones de Zaporiyia, Jersón y Luhansk. Solo algunas oficinas consiguieron reubicarse y reanudar sus actividades en otras regiones. Los ocupantes rusos cerraron o intervinieron la gran mayoría.
Yevheniya Virlych, redactora jefa de una de las publicaciones más conocidas de Jersón, Kavun.City, y su marido, Vladyslav Hladky, continuaron con su trabajo durante la ocupación hasta julio. Eludieron al FSB, cambiaron de domicilio y se inventaron códigos, pero al final tuvieron que abandonar su ciudad natal.
Desde el comienzo de la guerra rusa contra Ucrania, las fuerzas de ocupación han llevado a cabo la emisión forzosa de pasaportes en los territorios capturados. Este método no es nuevo: Rusia solía distribuir sus pasaportes en los lugares donde llevaba a cabo operaciones militares. Así ocurrió, por ejemplo, en Abjasia y Osetia del Sur. En 2014, ocurrió en la Crimea ocupada. Sin embargo, las autoproclamadas «República Popular de Donetsk» y «República Popular de Lugansk» no expidieron pasaportes rusos hasta 2019. Entonces el Kremlin empezó a expedir documentos mediante un sistema simplificado.
A lo largo de los años, en Ucrania, la actitud hacia la nacionalidad rusa en los territorios ocupados ha pasado de la no aceptación (por ejemplo, al principio, los guardias fronterizos ucranianos podían negar la entrada al territorio de Ucrania continental a una persona con pasaporte ruso) al reconocimiento de este proceso como forzoso. Con el comienzo de la invasión a gran escala y la expansión de la ocupación a nuevas regiones de Ucrania, resurgió en el país el debate sobre si había que aceptar o no los documentos rusos.
Los habitantes de los territorios ocupados también se enfrentan a este dilema. Algunos de ellos postergan la obtención del pasaporte ruso hasta el último momento. Las autoridades de ocupación emplean amenazas para obligar a los ucranianos a obtener documentos rusos. Suspilne cuenta qué les espera a quienes se niegan a recibir documentos rusos.
Cuando uno oye la palabra «deportación», imaginamos de inmediato a un gran número de personas obligadas por los militares a subir a vagones de carga que luego llevan a un país extranjero, a veces a miles de kilómetros de casa.
Pero durante la ocupación de los asentamientos ucranianos tras el 24 de febrero de 2022, los rusos actúan de otra manera y llaman evacuación a lo que es una deportación. Engañan a la gente diciendo que «solo serán tres días» y la intimidan afirmando que «las Fuerzas Armadas de Ucrania vendrán y os fusilarán a todos». Además, el ejército ruso dispara contra las casas y les hace la vida imposible a los residentes. De este modo, se obliga a la gente a subir a un autobús de «evacuación» o a coger su propio coche y marcharse. Aunque solo se puede «evacuar» a la gente hacia Rusia o Bielorrusia, ya que el camino hacia el territorio controlado por Ucrania está bloqueado.
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