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«El simple hecho de ser periodista constituye una amenaza directa para las fuerzas de ocupación, por eso nos persiguen». Entrevista a Svitlana Zalizetska

Svitlana Zalizetska es una periodista ucraniana de Melitópol, región de Zaporiyia, que lleva más de dos años escribiendo sobre cómo es la vida en su ciudad bajo la ocupación rusa. Incluso ahora que vive en la zona de Ucrania no ocupada por las fuerzas rusas, está sometida a presiones constantes de los agresores rusos, que siguen amenazándola a ella, a su familia y a sus compañeros de trabajo. A pesar de ello, Svitlana sigue compartiendo historias sobre cómo es vivir bajo la ocupación rusa. Para ella, dejar de hacerlo significaría traicionar a sus compañeros de profesión, así que sigue realizando su labor por ellos. Hemos conversado con ella sobre su trabajo durante la ocupación, sobre el terror que siembran las fuerzas de ocupación y sobre las dificultades a las que se enfrentan actualmente los periodistas de los territorios ocupados.

Svitlana, antes de la invasión rusa de Ucrania, usted trabajaba en la redacción de RIA Melitopol. ¿Puede contarnos algo más sobre la situación general en Melitópol antes de la invasión y sobre su trabajo en aquel momento?

Un mes antes del ataque a gran escala, literalmente toda la gente de la redacción nos preguntábamos cada día si estallaría una guerra o si nos invadirían. Para nosotros, eso ya formaba parte de nuestra rutina. Uno de los hechos que llamaron nuestra atención fue el alto número de anuncios e informes sobre ventas inmobiliarias. Nuestra preocupación creció más aún mientras cubríamos la noticia. Se trataba de una de las reacciones de los negocios locales a las crecientes amenazas que todo el mundo percibía y comentaba. Una o dos semanas antes de la invasión a gran escala, empezamos a sufrir muchos ataques distribuidos de denegación de servicio [un tipo de ciberataque que intenta hacer que un sitio web o un recurso de red no esté disponible inundándolo de tráfico malicioso] y en los primeros días de la invasión, recibimos un sinnúmero de ataques sistemáticos contra nuestro sitio web. Otros sitios web también fueron objeto de este tipo de ataques, ya que los invasores se apresuraron a impedir que realizáramos nuestro trabajo e informáramos de lo que estaba ocurriendo.

¿Cómo encararon la situación?

Cuando empezaron a atacarnos, transferimos casi todo nuestro contenido a las redes sociales. Además, en los primeros días de la ocupación, los invasores rusos se adueñaron de todo: una torre de televisión, los proveedores de Internet y las empresas de telecomunicaciones. Hubo una interrupción total de las comunicaciones, así que para hacer llegar al menos algo a nuestros lectores, lo publicábamos todo en el canal de Telegram de RIA Melitopol. Para cuando las fuerzas de ocupación jaquearon y se hicieron con nuestro canal de Telegram [en agosto de 2023], teníamos 80 000 seguidores. Es una cifra bastante elevada para nuestra región. En el momento de la ocupación, solo cerramos el departamento de publicidad. Trabajábamos desde casa y yo, personalmente, iba a las manifestaciones. Recuerdo que después de las concentraciones, me iba a una pista deportiva, me subía a una escalera para coger señal de Internet y enviaba contenido para publicar. Seguimos así hasta que las fuerzas de ocupación empezaron a arrestar a los manifestantes y a sacarlos de la ciudad en furgones policiales.

También entendimos que los canales de Telegram de propaganda rusa que había en la región y que habían estado inactivos hasta entonces, se habían creado mucho antes de la ocupación. Entraron en funcionamiento justo después de la invasión: solo en Melitópol contamos más de cien. A día de hoy todos siguen activos y se dedican a difundir propaganda muy convincente. Ahora puedo decir que subestimé al enemigo. Cuando los residentes de Melitópol íbamos a las protestas, las fuerzas de ocupación nos vigilaban. Había francotiradores en los tejados, incluido el de la iglesia. Luego llegaron a la ciudad los guardias rusos, que de repente estaban por todas partes, e incluso entonces, no teníamos ni idea de lo cruel que era realmente el enemigo. La gente seguía yendo a las protestas y gritaba: «Melitópol es Ucrania». Eso nos ayudaba a seguir adelante.

¿Tuvo contacto con otros medios?

Todos los medios de comunicación importantes de Melitópol cerraron al comienzo de la ocupación. Algunos, como las empresas de televisión y radio, no pudieron continuar con su trabajo porque fueron confiscados. Los periódicos, por supuesto, pararon las rotativas. Al parecer, se siguió escribiendo en algunos canales menores de Telegram. Nosotros fuimos, de hecho, el único medio de comunicación importante de la ciudad que siguió trabajando.

Usted denunció que la habían obligado a entregar sus contraseñas y a dar acceso al sitio web del medio de comunicación para el que trabajaba. ¿Puede describir qué pasó?

Es una historia compleja. Resumiendo: cuando empezamos a recibir los ataques distribuidos de denegación de servicio en los primeros días de la ocupación, me puse en contacto con especialistas ucranianos externos y les entregué las contraseñas de acceso al sitio web. Por lo tanto, dejé de estar en control de la situación. No obstante, cuando las fuerzas de ocupación tomaron a mi padre como rehén, exigieron que también les otorgase acceso a nuestras cuentas.

Yo ya me había ido de la ciudad, pero me estaban buscando. La casa de mis padres fue registrada cuatro veces. Mi madre me contó que revisaron todas las fotos, hicieron preguntas sobre mi vida personal, rebuscaron entre mi ropa y mis vestidos y dijeron a mis padres que me habían dado a mí, su hija, una «mala educación». También confiscaron todos los equipos y hasta muebles de la redacción. Las fuerzas de ocupación llamaban a la puerta, entraban y se llevaban todo. Así de simple. Luego empezaron a chantajearme usando a mi padre, que tiene 75 años. El Servicio Federal de Seguridad de Rusia [FSB] se puso en contacto conmigo para decirme: «Liberaremos a tu padre cuando vuelvas». Les dije que no volvería. En aquel momento no me di cuenta del tipo de salvajes que eran en realidad. Recuerdo que un oficial del FSB me echó varios sermones sobre historia y me preguntó: «¿Cómo has podido abandonar a tu padre?». Lo intentaron todo para hacer que volviera y cumpliera sus condiciones.

Mi padre pasó tres días en una celda de detención sin ni siquiera ventanas. Puesto que yo me negaba a volver, al final me propusieron liberar a mi padre si dejaba mi trabajo en el sitio web de RIA Melitopol. Así que escribí un post en redes sociales anunciando que dejaba de trabajar para la web de RIA Melitopol, pero dejando claro que el portal seguiría estando disponible en el territorio controlado por Ucrania. Al final soltaron a mi padre. Poco después, hubo que ingresarlo en el hospital por una inflamación renal. A mis padres aún les cuesta asumir la situación. Su salud se ha resentido y necesitan atención médica a menudo.

Usted escapó de Melitópol durante la ocupación. ¿A qué tipo de dificultades tuvieron que hacer frente usted y sus compañeros?

Nunca pensé que estuviera en peligro hasta que fui a ver a Galina Danylchenko [una representante de las autoridades de ocupación en Melitópol]. Me llevaron a reunirme con ella el 11 de marzo de 2022, el mismo día en que detuvieron al alcalde de la ciudad, Ivan Fedorov. Danylchenko se mostró amable. Me contó que pronto le iban a ofrecer un trabajo y que lo iba a aceptar, y me aconsejó que hiciera lo mismo. Me dijo que todo iría bien, que sería «conocida hasta en Moscú», que gozaría de mucho prestigio y que tendría una relación especial con ellos. No sentí el más mínimo interés en aceptar. Un par de horas más tarde, me soltaron, pero me dijeron que esperase a reunirme con el comandante. Yo ya sabía que el comandante había detenido al alcalde, así que asumí que lo más probable es que hicieran lo mismo conmigo. Llamé a mi marido, que estaba en el frente, y me aconsejó que abandonara la ciudad inmediatamente. Viajé de incógnito, haciéndome pasar por médica y con el carné de identidad de otra persona porque mi nombre figuraba en la «lista de personas buscadas» a las que no se les permitía salir.

Ahora sigo trabajando de periodista, pero vivo bajo continuas amenazas de los agresores rusos. Las fuerzas de ocupación me amenazan pública y personalmente, usando a mi familia y a mis compañeros de trabajo. Además creen que los administradores de la web de RIA Melitopol siguen en Melitópol, pero no es así. Lo peor de todo es que tienen a la gente del gremio vigilada, incluso a quienes dejaron de trabajar hace mucho. Por eso, muchos periodistas han renunciado a su trabajo porque eso los destrozó profesionalmente. Se niegan a ejercer la profesión en estas circunstancias, incluso después de haber huido a territorios controlados por Ucrania.

¿Puede decirnos si las fuerzas de ocupación rusas intentan manipular a los periodistas para que trabajen para ellos y, si es así, cómo lo hacen? ¿Qué motivos tienen para ello, según usted?

Al comienzo de la ocupación, tenían listas de periodistas, activistas y gente conocida. Necesitaban líderes de opinión que dijeran «Somos Rusia, síguenos» y que convencieran a la gente.

Las fuerzas de ocupación y sus colaboradores empezaron a acosar a los periodistas que se negaban a trabajar para Rusia. Lo estuvieron haciendo hasta que se dieron cuenta de que sus intentos eran en vano. Entonces aceptaron poner fin al acoso a cambio de que los periodistas dejasen de trabajar. Los periodistas que fueron llamados a trabajar para las fuerzas de ocupación y sus colaboradores se negaron a hacerlo, pero no sufrieron ningún daño en la medida en que cumplieron con la condición de no trabajar. Después de haberme ido, les insistí en que también tenían que irse y ayudé a quienes estuvieron dispuestos a escapar. Lamentablemente, no todos mis compañeros lo estaban. Algunos de ellos no habían sufrido ningún acoso y supusieron que la situación se mantendría igual. No obstante, las fuerzas de ocupación empezaron después a encarcelar y secuestrar a todas aquellas personas que hubieran trabajado incluso una sola vez como periodistas en el pasado. Creo que el simple hecho de ser periodista constituye una amenaza directa para las fuerzas de ocupación, por eso nos persiguen. También lo hacen para intimidar a la gente y disuadirla de huir o para convencerla de que se rinda y trabaje para las fuerzas de ocupación rusas. Las fuerzas de ocupación nos siguen teniendo miedo.

La única forma que tienen los periodistas de escapar de este peligro es huir. Tristemente, nos resulta casi imposible ayudar a los periodistas que se encuentran en territorios ocupados porque las fuerzas de ocupación lo vigilan todo. Siguen sobornándolos, insistiéndoles en que se cambien de bando y prometiéndoles un salario a cambio. Los presionan una y otra vez con la idea de que su situación mejorará si colaboran.

En este momento hay numerosos periodistas bajo custodia de Rusia, algunos de ellos, compañeros suyos. ¿Sabe algo de ellos?

Llevo muchos meses intentando averiguar el paradero del administrador web del canal de Telegram de RIA Melitopol, Georgiy Levchenko, que fue detenido. El único momento en que llegamos a saber dónde estaba Georgiy fue un mes después de su captura. Estaba en la misma celda del centro de detención temporal donde tenían a mi padre. Identificamos el lugar gracias a un vídeo que difundieron las fuerzas de ocupación. No sabemos dónde está ahora. Las peticiones oficiales de su abogado solo reciben como respuesta que «no ha desaparecido, está detenido», pero no sabemos dónde.

Desde hace casi nueve meses se desconoce el paradero de Anastasia Glukhovskaya, periodista de RIA Melitopol, que dimitió al comienzo de la invasión, pero que, a pesar de ello, fue secuestrada. Tampoco tengo información alguna sobre el paradero actual o la salud de Irina Levchenko, una periodista jubilada a la que las fuerzas de ocupación detuvieron en plena calle.

¿Cómo influye la ocupación de una parte de Ucrania en el trabajo y el papel de los periodistas del país? ¿Siguen llegando a su público, incluido el de los territorios ocupados?

Nunca pensé que el periodismo pudiese ser una profesión tan arriesgada. Que implicara riesgos tan altos. A nosotros empezaron a perseguirnos incluso antes de la ocupación. Informar de lo que ocurre en los territorios ocupados es un problema aparte. Es muy difícil encontrar a periodistas que informen sobre la ocupación y que conozcan bien el contexto y sepan arreglárselas en estas circunstancias. Cuando escribes sobre lo que sucede bajo la ocupación, tienes la sensación de habitar una realidad paralela. Supone una carga mental diaria y, además, los periodistas también hacemos de psicólogos. La gente que vive bajo la ocupación y añora Ucrania necesita hablar con alguien, pero hacerlo en los territorios ocupados es peligroso. No siempre sabes con quién estás hablando y adónde puede eso llevarte. Ha quedado muy claro que ahora cada palabra puede matar. Comunicarse con los desplazados internos de los territorios ocupados es igualmente difícil. Tienen miedo de hablar, quieren permanecer en el anonimato y son conscientes de los problemas que ello podría acarrear.

Las entrevistas con personas que han estado allí encarceladas son dolorosas y es duro vivir con ello después. Sin embargo, si dejas de hacerlo, sientes que las has abandonado, que las has traicionado. Así que tenemos que seguir adelante por ellas, incluso ahora que se ha vuelto tan duro y peligroso dirigirse a la población de los territorios ocupados. Han prohibido el contenido ucraniano y las fuerzas de ocupación revisan los móviles en busca de contenido prohibido en los puntos de control y durante los registros.

Gracias por la entrevista, Svitlana. Para cerrar, una última pregunta. ¿Qué significa para usted la libertad de prensa?

Es la posibilidad de escribir libremente sobre los acontecimientos, sin correr ningún riesgo de ser encarcelada. Implica poder decir la verdad sin ser asesinada o sin tener que ver cómo meten en prisión a tus seres queridos. Poder escribir en ucraniano, un idioma que tiene el mismo efecto en las fuerzas de ocupación que el agua bendita en los demonios. Poder elegir libremente la bandera amarilla y azul que tan locos vuelve a los agresores. Todo eso es la libertad.

Agradecemos a Natalia Vygovska, experta en medios de comunicación del IMI, su ayuda en la grabación de esta conversación.

Author:
EUvsDisinfo

Original Source: https://euvsdisinfo.eu/the-very-fact-you-are-a-journalist-is-a-direct-threat-to-the-occupiers-and-that-is-why-they-are-persecuting-us-interview-with-svitlana-zalizetska-a-journalist-from-occupied-melitopo/